domingo, 2 de septiembre de 2012


¿VOTAR A LOS DIECISEIS?

              Nadie puede estar en desacuerdo con que se amplíen los derechos de las personas, sobre todo en una sociedad en donde la libertad parece ser tan extensa e ilimitada, como para poder justificar que cada uno tiene el derecho de hacer cualquier cosa que quiera, incluso aquellas que le hagan daño.
             Los límites son considerados en general, como una apropiación ilegitima de derechos. Cuestionamos fácilmente al que tiene responsabilidad o autoridad y no se le teme a la justicia, que pasa a ser un valor casi privado y del cual se tiene que ocupar cada uno como pueda.
             Hoy a la noche me disponía a ingresar a la ruta Nacional Nº 11 con mi auto y al ver que podía pasar inicié la marcha, rápidamente logro ver a mi izquierda una moto sin luces encendidas conducida por un chico muy joven y un chica atrás, ambos sin casco;  pare por supuesto. Pero a unos metros a mi derecha cruzaban otros cuatros adolescentes a pie, quienes al ver la moto sin luz aminoraron la marcha parándose en forma desafiante en medio de la calle. Como respuesta el motoquero aceleró y pasó entre ellos rozándolos con su moto y  propinándoles una serie de insultos.
            ¿Pero que quiero decir con todo esto?: cada uno de los participantes, de este hecho sin consecuencias por suerte, puso en primer plano el ejercicio de lo que ellos consideran sus derechos: circular sin luces y desafiar al infractor. Sin medir en absoluto ninguna consecuencia de sus actos.
            Esto ocurre en mi opinión, por la ausencia sistematizada del estado a través del control de las normas, por la débil transmisión de valores familiares y la carencia de esos mismos valores en la escuela. Estos son sin dudas los principales educadores de nuestros jóvenes.
            Los que somos educadores de adolescentes vemos a diario estas carencias y somos increpados por ellos para que les mostremos los límites y les demostremos que los valores no solo están en los libros de ética y que la moral existe más halla de lo que cada uno siente. Pero claro, más halla de nosotros mismos nos cuesta encontrar ejemplos suficientes para que esa teorización abstracta se vea reflejada en hombres y mujeres que como el ejemplo que di: no manejen sin casco y sin luces y no intenten hacer justicia por mano propia ante la invisibilidad de la justicia.
            Pensar que un adolescente de dieciséis no tiene capacidad de discernir entre varios candidatos y poder votar, es en principio una imbecilidad, por lo que la respuesta negativa a la pregunta del título es inaceptable.
            Creo en la capacidad creativa de los jóvenes, en sus inseguridades, en el pedido a gritos de la imposición de límites reales, en su agudeza crítica, en su insuperable curiosidad, en la defensa irrestricta que hacen de sus afectos llamados por ellos “una relación”.      
             Me asusta particularmente la posición fundamentalista del oficialismo que propone conceder sin limites derechos que fueran sustraídos por la derecha o no se quien y de los que ellos no tuvieron nada que ver.  Me desconcierta la postura pragmática opositora que no se anima a decir que no, porque sabe que no tiene las mayorías legislativas necesarias para detener o modificar la propuesta oficial y que con el hecho consumado, tendrá luego que pedirles a los adolescentes el voto para sus candidatos el año que viene.
                        No existen derechos sin obligaciones,  será raro al menos poder votar a la misma edad en donde la Ley los considera no punibles ante delitos penales. A la edad en donde a muchos les da lo mismo aprender o estudiar, a la edad en donde son capaces de tener “una relación” que les dé hijos y no sean capaces de ser padres.
                         Por ello les pido a los adolescentes que confíen en ellos mismos y no le teman al hecho de ampliar sus derechos y votar a los dieciséis, pero sean concientes que cada derecho que se ejerce conlleva la enorme responsabilidad de cumplir con las obligaciones que de ellos surgen.

Prof. Germán Lescano

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