¿VOTAR A LOS DIECISEIS?
Nadie puede estar en
desacuerdo con que se amplíen los derechos de las personas, sobre todo en una
sociedad en donde la libertad parece ser tan extensa e ilimitada, como para
poder justificar que cada uno tiene el derecho de hacer cualquier cosa que
quiera, incluso aquellas que le hagan daño.
Los límites son considerados en
general, como una apropiación ilegitima de derechos. Cuestionamos fácilmente al
que tiene responsabilidad o autoridad y no se le teme a la justicia, que pasa a
ser un valor casi privado y del cual se tiene que ocupar cada uno como pueda.
Hoy a la noche me disponía a
ingresar a la ruta Nacional Nº 11 con mi auto y al ver que podía pasar inicié
la marcha, rápidamente logro ver a mi izquierda una moto sin luces encendidas
conducida por un chico muy joven y un chica atrás, ambos sin casco; pare por supuesto. Pero a unos metros a mi
derecha cruzaban otros cuatros adolescentes a pie, quienes al ver la moto sin
luz aminoraron la marcha parándose en forma desafiante en medio de la calle.
Como respuesta el motoquero aceleró y pasó entre ellos rozándolos con su moto
y propinándoles una serie de insultos.
¿Pero que quiero decir con todo
esto?: cada uno de los participantes, de este hecho sin consecuencias por
suerte, puso en primer plano el ejercicio de lo que ellos consideran sus
derechos: circular sin luces y desafiar al infractor. Sin medir en absoluto
ninguna consecuencia de sus actos.
Esto ocurre en mi opinión, por la ausencia
sistematizada del estado a través del control de las normas, por la débil transmisión
de valores familiares y la carencia de esos mismos valores en la escuela. Estos
son sin dudas los principales educadores de nuestros jóvenes.
Los que somos educadores de adolescentes
vemos a diario estas carencias y somos increpados por ellos para que les
mostremos los límites y les demostremos que los valores no solo están en los
libros de ética y que la moral existe más halla de lo que cada uno siente. Pero
claro, más halla de nosotros mismos nos cuesta encontrar ejemplos suficientes
para que esa teorización abstracta se vea reflejada en hombres y mujeres que
como el ejemplo que di: no manejen sin casco y sin luces y no intenten hacer
justicia por mano propia ante la invisibilidad de la justicia.
Pensar que un adolescente de
dieciséis no tiene capacidad de discernir entre varios candidatos y poder
votar, es en principio una imbecilidad, por lo que la respuesta negativa a la
pregunta del título es inaceptable.
Creo en la capacidad creativa de
los jóvenes, en sus inseguridades, en el pedido a gritos de la imposición de
límites reales, en su agudeza crítica, en su insuperable curiosidad, en la
defensa irrestricta que hacen de sus afectos llamados por ellos “una relación”.
Me asusta particularmente la
posición fundamentalista del oficialismo que propone conceder sin limites
derechos que fueran sustraídos por la derecha o no se quien y de los que ellos
no tuvieron nada que ver. Me
desconcierta la postura pragmática opositora que no se anima a decir que no,
porque sabe que no tiene las mayorías legislativas necesarias para detener o
modificar la propuesta oficial y que con el hecho consumado, tendrá luego que
pedirles a los adolescentes el voto para sus candidatos el año que viene.
No existen derechos sin
obligaciones, será raro al menos poder
votar a la misma edad en donde la
Ley los considera no punibles ante delitos penales. A la edad
en donde a muchos les da lo mismo aprender o estudiar, a la edad en donde son
capaces de tener “una relación” que les dé hijos y no sean capaces de ser
padres.
Por ello les pido a
los adolescentes que confíen en ellos mismos y no le teman al hecho de ampliar
sus derechos y votar a los dieciséis, pero sean concientes que cada derecho que
se ejerce conlleva la enorme responsabilidad de cumplir con las obligaciones
que de ellos surgen.
Prof. Germán Lescano
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